encuentren entre los referidos con mayor frecuencia da cuenta de la importancia de las mencionadas
disposiciones en la vida de los sujetos participantes.
Así como las disposiciones del modelo dominante de masculinidad están estrechamente
relacionadas entre sí, los adjetivos con los que se caracteriza a los hombres están, no solo relacionados
entre sí, sino relacionados a varias disposiciones a la vez. Es decir, cuando se refiere la responsabilidad
como una característica esperada de los hombres, si bien se alude al campo laboral, este adjetivo no
es exclusivo de la disposición de éxito laboral; está relacionado también con las disposiciones de
proveeduría y de paternidad.
La disposición de pareja se expresa a través de adjetivos como “caballeroso” y “amable”,
mismos que están vinculados también a la pauta de comportamiento que supone la
heteronormatividad. La caballerosidad, entendida como el actuar propio de un caballero (refinado,
cortés, respetuoso) es una actitud que se ejerce, exclusivamente por parte de los hombres pero que
no supone, desde su origen, ejercerse exclusivamente hacia mujeres, en ese sentido podría
equipararse a la amabilidad. Sin embargo, algunos sujetos enlistaron ambos términos entre las
características que incluyeron en sus respuestas. A partir de ello y en vista de que ambos adjetivos
están entre los más frecuentes, se hace evidente que hay comportamientos diferenciados para
relacionarse con otras personas a partir del género y que nombrar esa diferencia es importante para
los sujetos. Si bien el adjetivo caballeroso no alude conceptualmente a la relación entre hombres y
mujeres sino al actuar masculino únicamente, en la cotidianeidad al referirse a un hombre caballeroso,
se hace partiendo del cumplimiento de una serie de actitudes frente a las mujeres vinculadas a la
galantería y a los rituales de cortejo. Semánticamente hablando, pueden tenerse actitudes
caballerosas hacia un hombre, pero en la realidad, para los sujetos, se hace necesario utilizar otro
término que nombre las mismas actitudes, para evitar el riesgo de alejarse (incluso discursivamente)
del cumplimiento de la heterosexualidad obligatoria. Así pues, la cortesía de un hombre hacia un
hombre es amabilidad; la cortesía de un hombre hacia una mujer es caballerosidad. Otra característica
mencionada es la fidelidad. La fidelidad cobra relevancia tanto en la disposición de pareja como en la
de heteronormatividad, pero este es un mandato que es comprendido como algo meramente
aspiracional, que contradice la naturaleza masculina y que, por tanto, su valor está en el sacrificio que
su cumplimiento supone. Esta noción de la promiscuidad como inherente a lo masculino se origina en
un supuesto “determinismo biológico que considera al cuerpo como una máquina que “funciona” y
“opera”, con genes que heredan la agresividad, la necesidad de competir, de lograr el poder político,
las jerarquías, la territorialidad, la promiscuidad (…)” (Cruz, 2006, p. 3).
Como se ha mencionado, los resultados del estudio se ven influidos por el contexto en el que este
fue llevado a cabo. Se analizó esto en función de la relevancia que para los estudiantes cobran los
atributos relacionados a la inteligencia o la responsabilidad en su relación a la vida académica y laboral.
Sin embargo, la poca relevancia que otros atributos cobran también es un elemento para analizar. Entre
las características con una frecuencia de mención superior a veinte, únicamente una de ellas alude a
la dimensión física: el adjetivo “fuerte” (tabla 2). Cabe mencionar que la condición de estudiantes
universitarios de los participantes no es la única que incide en los resultados, también debe
considerarse que se trata de una población urbana de clase media en donde, a diferencia de en las