Copyright 2019 Carlos Enrique Orantes Trocolli
Recibido: 12 de abril de 2019
Aceptado: 03 de octubre de 2019
Publicado: 30 de noviembre de 2019
No.2 Enero-Diciembre 2019
ISSN 2958-1648
Psicogt.org/index.php/riec
Escuela de Ciencias
Psicológicas de la Universidad
de San Carlos de Guatemala
https://doi.org/10.57247/riec.vi2.57
La gnoseología de lo psíquico
The epistemology of the psychic
Carlos Enrique Orantes Troccolli
Escuela de Ciencias Psicológicas
Este trabajo fue financiado con recursos del autor. El autor no tiene ningún conflicto de interés al
haber hecho este trabajo. Correo electrónico: investigacio@psicousac.edu.gt
Presentación
La revista de Investigación de la Escuela de Ciencias Psicológicas de la Usac, se complace en
presentar el trabajo La gnoseología de lo psíquico de Carlos Enrique Orantes Troccoli. Dicho trabajo,
muestra sus reflexiones de psicólogo y filósofo en temas difíciles pero fundamentales de la psicología,
tales como su objeto de estudio y la naturaleza de lo psíquico.
Orantes Troccoli (1944-2017), hijo de Abraham Orantes y Aída Troccoli, creció en la Antigua
Guatemala, en un ambiente de clase media acomodada y en el tiempo político de la revolución de
1944 y la contrarrevolución de 1954. Estudiante de la facultad de Humanidades de la Usac, fue miembro
de la Asociación de Estudiantes de esta unidad académica y secretario general de la Asociación de
Estudiantes Universitarios (AEU) en el período 1968-9.
Militó en la Juventud Patriótica del Trabajo (JPT) del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT) en
el que llegó a ocupar cargos muy importantes, siendo representante del Partido ante la revista
internacional con sede en Praga. Después de la desaparición y asesinato de la dirigencia histórica del
PGT en abril de 1972, durante el gobierno de Carlos Manuel Arana Osorio, fue electo en la Comisión
Política del Comité Central, lo que incluyó la responsabilidad de comisario político de la Comisión
Militar (Comil) hacia finales de los setenta.
Vuelto del exilio, se hace docente titular de la cátedra de Psicología Social y de Investigación
en la Escuela de Psicología, clases que ocupará por dos décadas, dejando su huella en varias
promociones de psicólogos. También ejerció la docencia en la Facultad de Ciencias Políticas de la
Universidad Rafael Landívar y fue editor de la revista Espacios Políticos de dicha casa de estudios, por
espacio de diez años.
Militante disciplinado y muy reservado de su vida personal y su pasado político revolucionario,
era un orador excepcional y un intelectual profundo y agudo, que deuna obra dispersa en artículos
del periódico Siglo Veintiuno y en ensayos de varias revistas, así como en la memoria de quienes fuera
un maestro apreciado y respetado. La reproducción de esta ponencia, es un homenaje stumo y
tardío para uno de los docentes más brillantes que ha tenido la Escuela de Ciencias Psicológicas.
1
1
Se ha realizado una ligera revisión editorial para presentar las citas estilo Chicago, presentar en cursiva palabras
de otros idiomas y subrayados del original, así como la eliminación de algunas expresiones reiterativas del carácter
oral original de la ponencia. Se ha respetado el uso de neologismos propios del autor, que muestran su notable
uso del lenguaje.
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Gnoseología de lo psíquico
2
Sumario
El conocimiento de lo psíquico es una condición previa para hacer psicología. A la vez, toda
praxis psicológica busca conocer lo psíquico concreto. Como problema primario, el discurso corriente
da por resuelta esta cuestión. Y abundan las definiciones. Sin embargo, el psicólogo actuante no solo
evidencia cierta crisis de identidad profesional sino su entendimiento y trabajo habita la incertidumbre.
El ponente, psicólogo social, no encuentra posibilidades de respuesta en la circunscripción de
esta ciencia. Es necesario inyectar la filosofía. Partir de ella, problematizar lo psíquico y argumentar
filosóficamente una respuesta a la naturaleza de lo psíquico y el objeto de la psicología.
En ningún otro sector de la labor científica sería lícito de ufanarse de tales propósitos de
sobriedad y rigor pues en todos es cosa natural, y no otra espera el público. (…) Sólo en
Psicología sucede algo distinto; en este sector se manifiesta plenamente la incapacidad
constitucional del hombre para la investigación científica. Parece como si de la Psicología no
se esperaran progresos del saber, sino otras satisfacciones cualesquiera; de todo problema no
resuelto y de toda inseguridad confesada se le hace reproche.
Pero el que ama la ciencia de la vida psíquica tendrá que aceptar también tales imperfecciones.
S. Freud.
3
Presentación
Sin haber alcanzado su madurez científica, el entramado que enredó a la psicología fue la
adscripción y la circunscripción a una rígida bipolaridad. Ha sido una cuestión de principio: dualismo o
monismo. Entre tales polos, cualquier eclecticismo se vicia.
Desprendidas de la filosofía, las teorías psicológicas corresponden a las grandes disyuntivas
matrices: holismo o particularismo, teofanía u homocentrismo, conceptos diádicos, triádicos o
monistas; universales o nominalistas, el platonismo clásico (y el neoplatonismo agustiniano) o
aristotelismo (y el tomismo aristotélico) organicismo o empirismo, etc. Así hasta los enfoques
fechterianos o dialéctico mecanicista y las renovadas concepciones del Uno y las ontologías
unicéntricas. Es el curso incesante de la squeda y la divagación, en algo que hace de la psicología
una persistencia de la metafísica.
Hay vestigios espiritualistas, todavía prefijados de misticismo; vestigios del idealismo subjetivo
berkeliano; reaparecen teorías trinitarias (análisis transaccional o psicologías orientales); y escuchamos
todavía el dixit del absolutismo materialista, más político que científico, que llegó a sostener la
2
Ponencia presentada en el Primer Congreso Nacional de Filosofía de la Asociación Guatemalteca de Filosofía,
Guatemala, abril de 1995.
3
Freud, Sigmund. Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis”. En: en Obras completas. Tomo VIII (Madrid,
Editorial Biblioteca Nueva, 1933), 3102.
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materialidad de las funciones psíquicas (la neuropsicología de V.M. Béjterev), o el biologismo
sociologizante (P. P. Blonski). Sobreviven, como generalizada teorización, el solipsismo y el
inmanentismo (al estilo de la introspección o la heterospección de lo psíquico como algo “interno”) y la
taxonomización (como una anatomía descriptiva y necrológica de lo psíquico). Y preguntas
elementales, pero científicamente constitucionales, como ¿qué es lo psíquico? ¿qué es psicología?
¿cuál es su naturaleza científica y sus metodologías? ¿Cuál es la praxis psicológica? tienen respuestas
insatisfactorias. Siempre se impone, a ellas, la epojé y la necesidad de ir más allá, hacia lo verdadero.
Diádicas o triádicas, son aquellas teorías que entienden independientes y relacionados lo
orgánico y lo psíquico, psique y soma, o las distintas versiones de la división “alma, cuerpo y espíritu”.
La reflexología mecanicista, de origen pavloviano, manejó la dualidad estímulo respuesta, mediada por
el sistema nervioso superior. Todavía circulan teorías que agregan a la dicotomía psique cuerpo, otra
instancia, que para algunos será simplemente el espíritu, otros lo llaman carisma y no faltan quienes lo
conciban como la revelación en mí. Lo importante está en llamar la atención sobre el manejo
independiente y paralelo de procesos vitales, bajo la creencia de que esa es la dinámica del ser
humano.
Como quieran responder. Qué psicología es la ciencia que estudia la conducta, que estudia los
fenómenos psicológicos, que es la psique su objeto, que estudia al hombre en relación a su ambiente,
etc. Estas definiciones no son definiciones. No me preocupa su formalidad, sino su erraticidad. Y
después, cuando quiere definirse su objeto, la evidencia aparece. Lo psíquico suele exponerse como
algo confuso, difuso, efuso y profuso. Así, impreciso. Entre tantas definiciones pueden deducirse
“ciencias” distintas. La misma psicología como el cisne mítico ha generado innumerables “ciencias
psicológicas”.
Un indicador de la inmadurez científica de la psicología es la acentuada especulación sin mayor
consistencia, preñada de imaginación y conclusiones absurdas. Debe preocuparnos que sobreviva con
bastante espacio, su planteamiento como “ciencia oculta” o esotérica, o que tengan tanta cabida la
frivolidad teórica, el doctrinarismo dogmático y la práctica cimentada en la afectividad.
Lo “científico” sigue, en gran medida, los patrones de la ciencia positiva, descriptiva y
explicativa; se registra en la literatura psicológica (la fetichización psicográfica) y lo que corresponde a
ella se considera canónicamente científico. Esta es la confusa y dudosa psicología que solemos
estudiar.
La psicología está socialmente condicionada. Al margen de este condicionamiento, su estudio
es azaroso, apriorístico y ahistórico. Se constituye en y la constituye lo social. Estudia realidades
objetivamente existentes, aunque su naturaleza sea esencialmente subjetiva. La objetividad atañe
también al método, punto aza delicado si tenemos en cuenta que el predominio del entendimiento
individualizante abrió espacio a metodologías subjetivistas. Esta objetividad tiene que ver también con
el modo de aprenderla y el modo de practicarla.
Las polarizaciones y los esquematismos no correspondieron a la esencialidad de lo psíquico. A
partir de la comprensión de su naturaleza puede construirse una ciencia psicológica.
Lo psíquico en el hombre es una realidad social, históricamente constituida, tejida por las
relaciones sociales, antropológicas, políticas, económicas, etc. Aquí constatamos la importancia de
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estudiar al hombre, que es social, como ser que se constituye en y por la actividad, como conjunto de
relaciones
4
, sin segmentar un componente, sin aislarlo de su conjunto.
Cuando la psicología estudia las relaciones psíquicas entramadas en el conjunto de las
relaciones sociales científicamente debe partir de su objeto real, del hombre real, vivo y actuante y,
para nuestra realidad, del guatemalteco, histórico y social. Partir de allí, analizar y abstraer sus
esencialidades, sintetizarlas en la teoría científica y reconstruir conceptualmente el objeto: esa es la
elipse del estudio científico (investigación-exposición) de la psicología. Complementariamente, este
estudio debe tener un sentido práctico, hacerse en relación con la práctica psicológica real e histórica,
de manera que el desarrollo científico corresponda a las necesidades de nuestra práctica, tanto la
presente como la previsible, porque la ciencia también es anticipación ideal de lo real.
¿De qué cientificidad hablamos?
El hacer científico no es especulativo en sí, sino vinculante con la práctica específica en el
objeto de la ciencia particular: aquí el momento de la evanescencia, tránsito de la probabilidad o
certidumbre sensorial, hacia la verdad; de la conciencia a la autoconciencia, determinado por la
destrucción y análisis del objeto inicialmente independiente, ante mí, y su reconstrucción mental como
concepto.
5
El proceso de sistematización es unívoco
6
, porque el objeto es uno y las verdades que
abstrae en torno a ese objeto, son igualmente singulares. No tiene razón; pues, que los contenidos
científicos en torno a un objeto único se atomicen en muchas “ciencias”, porque eso revela arbitrarias
estratificaciones o segmentaciones “científicas” que no exponen el conocimiento como integración
teórica de totalidades dinámicas. Por eso, no existe psicología pura ni las aplicaciones o
especializaciones son ciencias particulares. Ha ciencia psicológica no ciencias psicológicas. La
cientificidad, aunque cognoscitivamente relativa y teóricamente pluralista, no da cabida a cualquier
proposición que aspire a la verdad, en tanto no esté establecida como tal. Indagar es una práctica
científica, pero ello no implica a su contenido, que es precisamente objeto y proceso de verificación o
probabilidad. La validez está determinada por la congruencia entre la exposición y lo real. La
gnoseología ciertamente trabaja en el terreno del saber, pero su validez se corrobora por una
modalidad verificable de existencia del objeto.
7
Entre muchas certidumbres está la incertidumbre de la opinión individual. Lo científico no está
uncido a la arrogancia del diktat magistral. Ni la fuente (el dómine), ni la faramalla discursiva, son
suficientes para acreditar cientificidad, que implica algún entendimiento universal. El fatalismo religioso
y el dogmatismo doctrinario no hacen ciencia.
Estudiar y practicar son modalidades cognoscitivas de la verdad. Esa búsqueda sigue el camino
crítico de la duda, del análisis, de la confrontación, de la tolerancia entre discrepancias fundadas. No
4
“Pero la esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las
relaciones humanas.” Marx, Carlos. “Tesis sobre Feuerbach”. En: Marx, C. y F. Engels: La ideología alemana: crítica
de la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner, del socialismo
alemán en las de sus diferentes profetas. (Tesis 6), (La Habana, Editorial Pueblo y Revolución, 1982), 635.
5
Ver Hegel, G. W. F. Fenomenología del espíritu, (México, Fondo de Cultura Económica, 1987), 107.
6
En tanto la ciencia se hace unívoca en la sistematización de lo verdadero, la filosofía es necesariamente
multívoca.
7
“La verdad es una relación entre las oraciones y la realidad sobre la que hacemos enunciados…”. Habermas,
Jürgen. “Lecciones sobre una fundamentación de la sociología en términos de teoría del lenguaje (1970/1971)”. En:
Teoría de la acción comunicativa: complementos y estudios previos, (Madrid, Ediciones Cátedra, S.A), 99.
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se reduce a la descripción ni a la explicación ni a la intuición. Accede a la comprensión y la
hermenéutica, pero queda abierta al lenguaje.
8
En esencia, se resuelve en la reflexión crítica y creativa.
La naturaleza de lo psíquico y el objeto de la psicología
La relación del hombre con su entorno, con mismo, con el otro; la relación sujeto-objeto es
una relación simbiótica: el objeto es objeto para mí, es objeto de mi conocimiento y mi conocimiento
de ese objeto es la representación mental que no simplemente reflejo que construyo a partir de su
realidad concreta y con la mediación de mi experiencia, de mi intuición, de las asociaciones que
genero, de mi intención, del pre juicio y de las implicaciones de mi actividad en relación a ese objeto.
Esa relación no es simplemente entre un hombre y un objeto físico, entre un psiquismo y un
conjunto de estímulos sensibles. Percibimos, nos representamos y memorizamos la realidad como
realidad íntegra, con sus expresiones y sus impresiones, como realidad que no es cosa ni un conjunto
de estímulos físicos, sino que entra en la dinámica yo-realidad, como realidad que es tal cosidad común
a todos y a la vez, cada uno la percibe impregnada de subjetividad (singularidad a mí):
Empíricamente las cosas son dolorosas, prácticas, bellas, grotescas, serenas, perturbadoras,
confortables, aburridas, ásperas, consoladoras, espléndidas, temibles; y lo son de un modo
inmediato por mismas…Estos rasgos se presentan en el mismo nivel que los colores, los
sonidos, las cualidades táctiles, el gusto y el olfato. Cualquier criterio que, encuentre que estos
últimos son datos últimos y ‘resistentes’ llegará a la misma conclusión respecto a los primeros
si es aplicado imparcialmente. Toda cualidad, en cuanto tal, es ‘final’; es, a la vez, inicial y
terminal; es justamente como existe.
9
En este punto debe subrayarse un componente altamente dinámico de la praxis cognoscitiva.
Se trata del deseo
10
, que impregna al objeto de placer (o displacer) y adosa un pathos, en la búsqueda
y satisfacción. Aquí debe resaltarse la riqueza del psicoanálisis, que nos invita a una lectura crítica, para
acoger ideas valiosas en las teorías sobre el principio de realidad y el principio del placer. Las
8
Es decir, que la práctica y el estudio (confluentes en el conocimiento) buscan lo psíquico más allá de lo real
aparente. Y de paso por la comprensión crítica, debe reconstruirse teóricamente mediante la hermenéutica, que
no puede decirlo todo porque, como cualquier desocultamiento, siempre es aproximado y ni en la conducta ni en
la con ciencia (lingüísticamente formalizada) se revela la plenitud de lo psíquico. Quedar abierto al lenguaje, idea
tomada del segundo Heidegger, es afirmar la existencia de lo psíquico profundo que sólo puede acceder a la
conciencia y ser objeto de nuestro conocimiento mediante su formalización lingüística.
9
La primera facultad con la cual el hombre se opone a las cosas como ser independiente es la facultad de desear.
Al desear el hombre no acepta simplemente la realidad de las cosas, sino que la construye para mismo. En el
deseo se agita la primera conciencia primitiva de la capacidad para configurar el ser. Y puesto que esta conciencia
se infiltra tanto en la intuición ‘interior’ como en la ‘exterior’, todo ser aparece sometido a ella. No hay ningún ente
ni evento, -concluye esta importante idea de Freud- que en última instancia no tenga que someterse a la
“omnipotencia del pensamiento’ –‘omnipotencia de las ideas dice la traducción de López-Ballesteros- y a la
omnipotencia del deseo”. En Cassirer, Ernst. Filosofía de las formas simbólicas: el pensamiento mítico. Vol. II, (México,
Fondo de Cultura Económica, 1972), 199-200.
10
Ver Freud, Sigmund. “Más allá del principio del placer”. En: Obras completas. Tomo I, (Madrid, Editorial Biblioteca
Nueva, 1948), 1090.
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implicaciones de las relaciones libidinales, relaciones alternativas de placer y displacer efímeras y
contrastantes entre sí-, ponderables por la gnoseología que se propone en este trabajo, exponen la
amplitud de la relación con lo real.
11
Esta es la experiencia simbiótica y sincrónica de lo real. Esa subjetividad se resume en el
sentido y la intencionalidad implicados en la experiencia yoica con el mundo. La experiencia es mi
experiencia de lo real.
Por eso el Yo es inicialmente constitución empírica y construcción activa, incesante, procesal,
en relación al mundo.
12
La dualidad sujeto y objeto es solamente aparencial. Se actualiza en su unidad en el
conocimiento. El objeto es mi significación de la cosa, o para decirlo con algún simplismo es una cosa
con significado para mí o para otro (el hombre es el único ser viviente capaz de construir significados).
La cosa es objeto en tanto para mí. Aquí se decanta otra característica de lo psíquico: es realidad con
significado. Y todo significado es representado simbólicamente por el lenguaje. O sea que lo psíquico,
no es lenguaje en ni es sólo lenguaje, sino se formaliza o representa lingüísticamente. La imagen
psíquica no es propiamente sensorial, sino es vivenciada, empírica y mnémicamente, mediante un
lenguaje subjetivizado.
Una diferencia esencial entre lo humano y el resto de organismos vivientes, es que la relación
hombre entorno es activa, significativa, histórica y, en última instancia, subjetiva. Es válido el
reconocimiento de que entre el hombre y el mundo existe intersubjetividad (Marcusse, Habermas).
13
Este principio es una característica de la cosmovisión maya (común en otras culturas aborígenes).
Ahora bien, no se trata de una simple subjetividad o idea independiente de lo concreto real,
sino es conocimiento como relación activa, como movimiento del saber, como actividad.
14
Por eso, en
psicología, o particularmente en psicología social, es incierta la oposición sustantiva” individuo
sociedad
15
, cuestión fundamental es la naturaleza de lo psíquico que no la define ni la idea en sí, ni la
cosa en sí, ni su representación mental; lo psíquico es una relación activa, constituida en la socialización
(formación y realización psíquica del hombre). Relación activa que hace al hombre hombre que
humaniza a su realidad: en tanto realidad en la que se realiza. Galperin señala que
el punto de partida no son las concepciones o las representaciones sociales, sino las formas
objetivas de la comunicación verbal que surgen dentro de un proceso real, objetivo y de
actividad conjunta.
16
11
Puede consultarse, particularmente Freud, Sigmund. “Totem y tabú”. En: Obras completas. Vol II, (Madrid, Editorial
Biblioteca Nueva), 465-473.
12
“No olvidemos que el lenguaje, que prexiste al hombre y estructura al Yo, es constitutivo en tanto es experiencia
interactiva. El lenguaje prexiste, pero no mi experiencia. Es decir, el lenguaje como estructurante del Yo, supone
mi experiencia del lenguaje”.
13
Ver Habermas, Jürgen: “Ciencia y técnica como ‘ideología’”. En: Teoría de la acción comunicativa: complementos
y estudios previos, (Madrid, Ediciones Cátedra, S.A), 62-63.
14
Floyd Allport planteó en 1924, que la psicología social tiene por objeto el estudio de las relaciones reales o
imaginadas, en un contexto social determinado. Ver Fischer, Gustave-Nicolas. Psicología social: conceptos
fundamentales (Madrid, Narcea, S.A. de Ediciones, 1990), 21.
15
Javiedes Romera, Luz Ma. & Emma León Vega: “El problema del método en psicología social”. En: Alelón: revista
mexicana de psicología social. Puebla, RENAPS8CIPSO-UAP/UNISON/UAT, s.d.e. (fotocop.), 14 y 23.
16
Galperin, P. Y. Introducción a la psicología: un enfoque dialéctico. (Madrid, Pablo del Río editor, 1979), 26.
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La actividad humana, como objeto de la psicología, debe entenderse como un proceso
complejo y simultáneo, reflejo y creación de realidades, de objetivación y subjetivación, como una
actividad orientada a un fin, a un objeto donde se realiza. Y esta realización es continente de
significados.
La expresión psicológica sostengo en otro trabajo, lo que genéricamente llamamos fenómeno
psicológico, es una manifestación cualitativa de la actividad cerebral en determinadas
condiciones, bajo la influencia de diversos factores y con la mediación de otras variables
(lenguaje, experiencia, afectividad, etc.) y procesos mentales. Es una expresión dinámica y
activa de un conjunto de relaciones (la personalidad) en el mundo del sujeto o sujetos de
estudio.
17
Esta “actividad cerebral” es también relacional. No ocurre independiente del medio que la
estimula, condiciona y limita. Fisiológicamente, el sistema nervioso también desarrolla hacia lo
humano. Por eso es que el proceso de socialización supone el tránsito del predominio instintivo hacia
la formación social de lo psíquico. Es decir, también orgánicamente nos hominizamos.
Lo psíquico es, pues, una forma de la actividad - actividad subjetiva, significativa, con sentido e
intencionalidad, interactiva, consciente o inconsciente, relacional, dinámica
18
, que puede manifestarse
establemente o puede ser efímera y circunstancial. Importa subrayar que existe como relacionalidad
(de ahí su sentido e intencionalidad), como dinámica subjetiva y objetivación (en el acontecimiento, lo
objetivado no es todo lo psíquico, pero es su forma de actualización) y es siempre simbólico (el
significado de lo psíquico no se agota en su formalización, ni en la conducta, ni en su interpretación).
Una psicología de la praxis
Creo que la psicología encuentra su puntal teórico para constituirse científicamente, en la más
señera de las críticas al materialismo decimonónico. La escribió Carlos Marx en la primavera de 1845 y
fue publicada después de su muerte. Este es uno de los pilares del marxismo, tan distinto y distante
de la aberración manuales del llamado materialismo dialéctico:
La falla fundamental de todo el materialismo precedente (incluyendo el de Feuerbach) dice
Marx en la Tesis 1 reside en que sólo capta la cosa (gegenstand), la realidad, lo sensible, bajo la
forma de objeto (objekt) o de la contemplación (anschauung), no como actividad sensorial,
como práctica; no de un modo subjetivo. De aque el lado activo fuese desarrollado de un
17
Orantes, Carlos. “El índice y la medida en psicología”. En: Conciencia: boletín de la Escuela de Ciencias
Psicológicas de la USAC. Guatemala, año I, Núm. 1. (julio de 1989), 2.
18
“La realidad no es sujeto-de un dinamismo ni tampoco sujeto-a un dinamismo, sino algo constitutivamente
dinámico. La realidad puntualiza Ellacuría- es de por dinámica, de suyo dinámica, y su momento de dinamismo
consiste inicialmente en un dar de sí”. Ellacuría, Ignacio. Filosofía de la realidad histórica, (San Salvador, UCA
Editores, 1990), 591.
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modo abstracto, en contraposición al materialismo, por el idealismo, el cual, naturalmente, no
conoce la actividad, real, sensorial, en cuanto tal.
19
Marx adversa ese materialismo mecanicista, que dualiza lo existente (todavía algunos lo
expresan en la rígida “dialéctica” de la materia y la conciencia). Y echa mano del aporte del idealismo
kantiano, aunque no de un “modo abstracto”, sino “como actividad sensorial humana práctica (Tesis 5).
El conocimiento se produce en un mundo que es objeto de una transformación real, práctica,
efectiva. Es decir, se produce no en un mundo de objetos en continúa, sino de objetos que
se encuentran en relación con el hombre, con su actividad, gracias a la práctica.
20
Entre el sujeto cognoscente (el hombre es el único ser con capacidad de conocer) y el mundo
natural y social, media una relación cuyo entendimiento es la clave para la comprensión de todo lo
humano. Esa relación activa, sin la cual el sujeto y el objeto serían bipolaridad, es la práctica. Mediante
ella el hombre no es simplemente un sujeto exterior al objeto o dicho al revés y a despecho del
materialismo mecánico, el objeto no es simplemente una realidad existente independiente de la
conciencia, sino se realiza en la abstracción del objeto como actividad de conocimiento y en el objeto,
en tanto es objeto de la práctica, donde realiza un fin del hombre. Ambos procesos producidos por la
práctica, son realizaciones psíquicas mediadoras entre el hombre y los objetos que relaciona. Aquí
puede advertirse otra diferencia: el hombre se relaciona con los objetos para conocerlos o para
transformarlos mediante su práctica. Conocer y transformar, teoría y práctica, observación y actividad,
constituyen una unidad contradictoria, gracias a la relación activa que el hombre establece, más allá
de la contemplación que no es ontológicamente su esencialidad.
Esa relación estoy hablando del conocimiento y la práctica implican un propósito, una finalidad,
aunque cada uno lo tenga distinto. La práctica, como el trabajo en particular, es un proceso mediante
el cual el hombre “actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia
naturaleza desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de sus fuerzas a su
propia disciplina”.
21
El hombre conoce, transforma la naturaleza exterior a él a la vez que realiza sus
potencialidades y desarrolla sus capacidades (inteligencia, aptitud laboral, afectividad, etc.), es decir,
mediante esa actividad realiza sus facultades psíquicas.
Esta es la psicología que proponemos: una psicología práctica, que estudia la actividad como
objetivación y práctica, que estudia la actividad como objetivación y subjetivación humana y trabaja lo
psíquico como relación activa. Como interrelación e intersubjetividad y no simplemente como “función
de la materia altamente organizada”. Una psicología histórica, que estudia lo psíquico como
movimiento, no como un objeto inerte, ni como un pasado, sino como un proceso que condensa el
tiempo, el tiempo de lo psíquico que es uno: dinámica y actualización.
19
En Marx, Tesis, 633.
20
Sánchez Vásquez, Adolfo: Ensayos marxistas sobre filosofía e ideología, (Barcelona, Editorial Océano-Éxito, S.A.,
1983), 18.
21
Marx, Carlos. El capital. Tomo I, (México, Fondo de Cultura Económica, 1982), 130.
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