materialidad de las funciones psíquicas (la neuropsicología de V.M. Béjterev), o el biologismo
sociologizante (P. P. Blonski). Sobreviven, como generalizada teorización, el solipsismo y el
inmanentismo (al estilo de la introspección o la heterospección de lo psíquico como algo “interno”) y la
taxonomización (como una anatomía descriptiva y necrológica de lo psíquico). Y preguntas
elementales, pero científicamente constitucionales, como ¿qué es lo psíquico? ¿qué es psicología?
¿cuál es su naturaleza científica y sus metodologías? ¿Cuál es la praxis psicológica? tienen respuestas
insatisfactorias. Siempre se impone, a ellas, la epojé y la necesidad de ir más allá, hacia lo verdadero.
Diádicas o triádicas, son aquellas teorías que entienden independientes y relacionados lo
orgánico y lo psíquico, psique y soma, o las distintas versiones de la división “alma, cuerpo y espíritu”.
La reflexología mecanicista, de origen pavloviano, manejó la dualidad estímulo respuesta, mediada por
el sistema nervioso superior. Todavía circulan teorías que agregan a la dicotomía psique cuerpo, otra
instancia, que para algunos será simplemente el espíritu, otros lo llaman carisma y no faltan quienes lo
conciban como la revelación en mí. Lo importante está en llamar la atención sobre el manejo
independiente y paralelo de procesos vitales, bajo la creencia de que esa es la dinámica del ser
humano.
Como quieran responder. Qué psicología es la ciencia que estudia la conducta, que estudia los
fenómenos psicológicos, que es la psique su objeto, que estudia al hombre en relación a su ambiente,
etc. Estas definiciones no son definiciones. No me preocupa su formalidad, sino su erraticidad. Y
después, cuando quiere definirse su objeto, la evidencia aparece. Lo psíquico suele exponerse como
algo confuso, difuso, efuso y profuso. Así, impreciso. Entre tantas definiciones pueden deducirse
“ciencias” distintas. La misma “psicología” como el cisne mítico ha generado innumerables “ciencias
psicológicas”.
Un indicador de la inmadurez científica de la psicología es la acentuada especulación sin mayor
consistencia, preñada de imaginación y conclusiones absurdas. Debe preocuparnos que sobreviva con
bastante espacio, su planteamiento como “ciencia oculta” o esotérica, o que tengan tanta cabida la
frivolidad teórica, el doctrinarismo dogmático y la práctica cimentada en la afectividad.
Lo “científico” sigue, en gran medida, los patrones de la ciencia positiva, descriptiva y
explicativa; se registra en la literatura psicológica (la fetichización psicográfica) y lo que corresponde a
ella se considera canónicamente científico. Esta es la confusa y dudosa psicología que solemos
estudiar.
La psicología está socialmente condicionada. Al margen de este condicionamiento, su estudio
es azaroso, apriorístico y ahistórico. Se constituye en y la constituye lo social. Estudia realidades
objetivamente existentes, aunque su naturaleza sea esencialmente subjetiva. La objetividad atañe
también al método, punto aza delicado si tenemos en cuenta que el predominio del entendimiento
individualizante abrió espacio a metodologías subjetivistas. Esta objetividad tiene que ver también con
el modo de aprenderla y el modo de practicarla.
Las polarizaciones y los esquematismos no correspondieron a la esencialidad de lo psíquico. A
partir de la comprensión de su naturaleza puede construirse una ciencia psicológica.
Lo psíquico en el hombre es una realidad social, históricamente constituida, tejida por las
relaciones sociales, antropológicas, políticas, económicas, etc. Aquí constatamos la importancia de