Mi percepción actual de la escuela es que es una escuela con miedo y tenemos que recordar
que nosotros fuimos valientes. Nuestros estudiantes deben darse cuenta que hubo un momento en
que fuimos contestatarios, fuimos rebeldes, fuimos hasta proscritos en alguna que otra ocasión y que
de ese valor de exigir lo que realmente nos corresponde es que pueden surgir grandes cambios en la
escuela. Porque la escuela está pendiente de grandes cambios, actualmente da miedo el disenso, da
miedo la oposición política, da miedo la disfunción académica, da miedo el rediseño curricular, da
miedo la planeación estratégica, pero el peor miedo de todos, pongámoslo en términos de película
gringa, la madre de todos los miedos, es el miedo a tomar decisiones. Y voy a poner entre comillas
“decisiones valientes, decisiones sin miedo”, porque probablemente esta escuela necesita de eso,
realmente para que sus cimientos se comiencen a remover y vayamos conduciéndonos, hacia los
nuevos retos que nos impone el futuro del que hacer universitario.
Entonces se quiere hablar de grandes retos o quieren hablar de tareas pendientes, ¿hace
cuantos años no se discute en esta escuela? Ya ni se habla, ya ni se toca aquel sueño que se tuvo de
que esta escuela se convirtiera en facultad. Hace años que no citamos nada de eso en esta escuela,
cuando esa fue una discusión que se reciclaba permanentemente en el foro académico, entre los
profesores y entra las reuniones de estudiantes y profesores, en otros momentos. Tal vez ya no
soñamos eso y si ya no soñamos eso ¿qué podemos entonces esperar? La universidad nos muestra
algunos caminos para el desarrollo académico, algunos de esos caminos dependen mucho de
recursos institucionales que la Escuela no tiene, o que tiene escasos o que debe de aprender a
administrar mejor, y ahí sí, mejor que Mynor diga que es lo que se puede hacer, ya en unos minutos.
Pero básicamente nos estamos moviendo entre las posibilidades de mejorar gracias a una muy
buena planificación estratégica que, a su vez, incluya dentro de sus ejes o de sus tareas principales o
de sus metas y objetivos, la actualización curricular. Una que en esta escuela ya está terminada desde
el año pasado, que bien podría comenzar a funcionar el año entrante y que implica unas importantes
mejoras académicas para la formación de los estudiantes. O bien, la escuela podría escoger un tercer
camino que es dirigirse a través de la autoevaluación institucional con fines de mejora y que
probablemente permita su acreditación.
Así como tal vez ya no soñamos en volvernos facultad, pensemos un poquito que significa
acreditarse. Bueno, en la Universidad de San Carlos están acreditadas un conjunto de carreras, ninguna
unidad académica, ninguna facultad, ninguna escuela como tal, solo algunas carreras y todas estas
carreras pertenecen a facultades y la mayoría a facultades técnicas como Arquitectura, Ingeniería,
Agronomía, Ciencias Químicas y Farmacia.
Las escuelas estamos a medio camino de una evaluación, de una visita de pares y de un plan
de mejora, pero cuando pensamos en los planes de mejora, ¿por qué mejor no pensamos en criterios
de calidad? Calidad es que haya 30 alumnos por salón, calidad es más profesores en postgrado,
calidad es más investigaciones publicadas, calidad es circuitos cerrados en todas las aulas… bueno eso
se llamaba así en los noventas, ahora debe de llamarse de otra forma ese criterio. Es decir, la
posibilidad de que en cada aula pueda haber una videoconferencia, conexiones rápidas de internet, y
todo lo que ha implicado la planificación.
Es decir, los criterios están allí y es una lista de cosas en las que la Escuela debe decidirse
invertir o conseguir para que realmente podamos tener desarrollo académico, si es que no vamos a