Montecino y Rebolledo (1996) confirman esa diferencia aludiendo a que sexo se refiere a los rasgos
fisiológicos y biológicos que son heredados, mientras que género es la construcción sobre las
diferencias sexuales que se adquieren a través del aprendizaje cultural.
Al hablar de mujeres se toma en cuenta el sexo biológicamente heredado y la combinación de
lo social/cultural. Por esto no se puede hablar en singular de mujer, sino de la diversidad del colectivo
mujeres. Además, hay que contar con las diferentes características de una persona que provocan su
exclusión y discriminación. Origen étnico, color de piel, género, clase social, nivel socioeconómico,
edad, cultura, son variables significativas que influyen en la situación de las personas, lo que ha llevado
a plantear el concepto de interseccionalidad. Brah (2013) define interseccionalidad como “los
complejos, irreductibles, variados y variables efectos que resultan cuando múltiples ejes de diferencia
económica, política, cultural, psíquica, subjetiva y experiencial se intersectan en contextos históricos
específicos” (p.14).
En cuanto a las mujeres con discapacidad, los ejes de diferencia son el género y la
discapacidad, sin embargo, pueden presentar otras características particulares. Cada vez que se cruzan
características que pueden ser discriminatorias, mayor será la dificultad de vivir los derechos con
plenitud.
Dos conceptos adicionales son útiles para considerar la vivencia que tienen las personas
respecto a estos temas. El reconocimiento es clave al hablar de identidad y diferencias, lo que se
entiende como ser visto, aceptado o perteneciente a un grupo. Este término es fundamental para la
inclusión ya que, como mencionan Butler y Fraser (2016), surgió junto con la redistribución como
resultado de la presión ejercida por colectivos discriminados. La distribución, por su parte es repartir
equitativamente las riquezas y recursos, situación que en nuestro país no se cumple, ya que pocas
familias concentran una significativa parte de la riqueza y muchas familias se encuentran en condición
de pobreza o extrema pobreza. Para lograr la inclusión no se puede hablar de reconocimiento sin
redistribución, ni viceversa.
Con base a la perspectiva de distribución y reconocimiento se afirma que tanto la acumulación
económica o de poder, así como la pobreza (entendida como negación de oportunidades), son
consideradas injusticias y por tanto factores excluyentes (UNICEF, 2006). Para vivir la democracia
plenamente se debe eliminar el grave problema de la desigualdad, ya que afecta la convivencia y es
también un obstáculo para un crecimiento sano. A su vez, Tobar (2011) plantea que no hay personas
pobres, sino empobrecidas por el sistema. Al mismo tiempo, resalta la diferencia entre el
empobrecimiento cuantitativo y empobrecimiento cualitativo o empobrecimiento del “ser” y
empobrecimiento del “hacer”:
Empobrecimiento cuantitativo o del “hacer”: Proceso de la persona que se relaciona con los
bienes materiales, económicos y de generación de ingresos. Los problemas en esta dimensión son no
poder contar con un trabajo remunerado, estar en condición de pobreza/ extrema pobreza, entre otros.
Empobrecimiento cualitativo o del “ser”: Proceso donde se “cosifica” a la persona, que se
relaciona con los aspectos subjetivos. Son problemas la desvalorización, no poder dar su opinión,
limitar su capacidad de decidir sobre su propia vida.