pandemia es un reto tanto para los psicólogos como para los pacientes que tienen que hacer un
encuentro de varios factores favorables para poder gestionar la terapia.
Por otro lado, estudiar en tiempos de pandemia, va más allá de tener la voluntad y la actitud,
involucra situaciones económicas y físicas que no están disponibles para todos. Los sectores menos
privilegiados se han visto más afectados al no tener los recursos para subsistir, estudiar se vuelve un
reto, ya que recibir clases en la virtualidad supone tener los recursos como tener una computadora,
datos para internet o un espacio adecuado para recibir las clases, saber usar los medios y conectarse,
pero además, tener como estudiantes un equilibrio en todos los demás ámbitos de la vida.
En el caso del eje de la docencia y la situación de los profesores, también ha implicado readecuar
sus cursos a lo virtual, tener que aprender y verse atropellados por esta nueva forma de interacción
con los estudiantes. Aunque la Universidad y las distintas unidades académicas han invertido en
accesos en distintas plataformas, no necesariamente implica la mejora de la calidad de la docencia o
adecuarse a utilizar la virtualidad como un medio de enseñanza. Otro aspecto es que los docentes se
sientan comprometidos con su labor y que dediquen tiempo y voluntad a crear cátedras con calidad,
que promuevan la adquisición de conocimientos valiosos en los estudiantes. Aspecto que, si en la
presencialidad ya es un reto, en la virtualidad es mayor.
Es necesario preguntar, ¿se ha realizado alguna investigación que nos indique qué está pasando
con la formación académica en los diferentes niveles? En el departamento de Postgrado de Psicología,
se realizó una encuesta en 2021, pero solo indagó sobre condiciones físicas en las que los estudiantes
toman sus clases en la modalidad virtual, lo que deja de lado otros aspectos, incluso lo subjetivo.
Al conversar con estudiantes que cursaron el pre-grado de psicología en 2020, narran que la
calidad de la formación por la vía virtual deja muchos vacíos porque se cae en el ‘acomodamiento’ de
algunos profesores. A modo de ejemplo, dejan documentos para leer y resolución de guías que no
necesariamente impactan en la adquisición de conocimiento.
Aunque la pandemia ha tenido tantos impactos negativos, es palpable que tanto en
autoridades, profesores y estudiantes se puede presentar la tendencia al acomodo, lo que antepone
los intereses personales y la inercia de la vida cotidiana: no tener que ir a la universidad o a las prácticas,
recibir las clases en casa, etc.
Es posible que la calidad académica y la práctica disminuyan, lo que implica que en los puestos
laborales exista también menos calidad y capacidades. Ello va contra las exigencias, que de hecho
serán más fuertes, porque toda la dinámica social se está transformando, ¿estamos listos para
transformarnos con ella?
Tercera Mirada. ¿Cómo enfrentar el futuro?
Los efectos de la pandemia se ven en los estudiantes, que tienen una socialización académica
truncada, ya que la universidad es un espacio en donde también se produce conocimiento, salud
mental y sentido de colectividad al compartir en los corredores, la cafetería, los espacios al aire libre,
las canchas, y en las aulas. También disminuyen las dinámicas entre estudiantes y profesores, que
promueven su crecimiento profesional y humano. La vida social académica de los estudiantes se
detuvo y eso, en una profesión como la psicología, donde su núcleo es profundamente humano, es
casi la muerte.