En cuanto a las dimensiones de la percepción de Weiner (2010), se hallaron percepciones
diversas y contrarias dentro de las causas y la controlabilidad, debido a la existencia de factores
externos e internos que influyeron en dichos aspectos. Por el contrario, en la dimensión de
inestabilidad-estabilidad, los resultados indican que se percibe la presencia de estabilidad en el tiempo
del movimiento.
En la percepción de las causas externas e internas de las protestas, resalta la atribución a los
aspectos internos de los participantes. Sobresalen subcategorías como ‘rechazo a la corrupción’ y
‘emocionalidad ciudadana’, en las que los estudiantes refieren que, gracias a las continuas
investigaciones judiciales, se propiciaron diversas emociones en la población tales como el enojo, la
indignación, la impotencia, el repudio, etc. Todos estos aspectos mencionados caracterizaron la
organización popular como un fenómeno interno y propio de los manifestantes. A pesar de prevalecer
la atribución de las causas a lo interno del movimiento, algunos discursos lo cuestionan, destacando la
existencia de elementos como la influencia de los medios de comunicación (‘Influencia mediática’), o
lo que los analistas han señalado como presiones políticas por parte de entes nacionales e
internacionales (Gutiérrez, 2017). Por ello, existen factores de atribución tanto internos como externos.
Los estudiantes perciben las protestas ciudadanas como un fenómeno estable y duradero en
el tiempo. En esta categoría, destacan subcategorías como ‘Mantenimiento de las emociones
colectivas’, que se refiere a que las investigaciones sobre corrupción de la élite política, mantuvieron
la ira, indignación y euforia de los manifestantes. Sumado a ello, también resalta el ‘apoyo popular’, en
la que los participantes refieren que la continua retroalimentación del movimiento mantuvo las
jornadas de protestas semanales. A pesar de ello, también se percibe la presencia de “grupos de
presión” que influyeron sobre las manifestaciones, sobre todo de grupos empresariales y extranjeros,
quienes al retirar su apoyo propiciaron el declive de las manifestaciones. Por otra parte, también se
cuestiona el hecho de que no surgieron movimientos políticos visibles y duraderos tras las jornadas de
manifestaciones. Dichos elementos hacen compleja esta dimensión ya que, aunque se observa una
percepción de estabilidad en el tiempo durante las manifestaciones, no se percibe la existencia de un
movimiento o proyecto político que haya surgido y que se haya mantenido durante años posteriores.
En el tema de percepción de control, surgieron percepciones mixtas sobre quiénes dirigían las
protestas. Primero, hay subcategorías como ‘manifestaciones independientes’ y ‘unión popular’, donde
se resalta la espontaneidad e independencia de los manifestantes, así como la unidad y persistencia
de las manifestaciones en las distintas jornadas que se desarrollaron. Sin embargo, categorías como
‘injerencia política nacional’ e ‘injerencia política extranjera’ señalan que la presencia de actores
internacionales (como políticos de Estados Unidos) y nacionales (sobre todo empresarios y políticos),
restaron independencia al movimiento, ya que se percibe que la presencia de estos actores influyó en
las manifestaciones. En esta dimensión también se encuentra la subcategoría de ‘organismos de
apoyo’, en la que se resalta el papel que tuvieron la Comisión Internacional contra la Impunidad en
Guatemala (CICIG) y el Ministerio Público (MP). Sin el continuo trabajo de investigación de estos
organismos, no hubiese sido posible el surgimiento de la indignación ciudadana. Por tanto, las
percepciones sobre la controlabilidad fueron mixtas, existiendo elementos que indican que las
manifestaciones la controlaron los propios participantes, pero que influyeron entes externos en las
mismas.