Copyright 2022 Rolando Lemus
Recibido: 07 de febrero de 2022
Aceptado: 08 de septiembre de 2022
Publicado: 30 de noviembre de 2022
No.5 Enero-Diciembre 2022
ISSN 2958-1648
Psicogt.org/index.php/riec
Escuela de Ciencias
Psicológicas de la Universidad
de San Carlos de Guatemala
https://doi.org/10.57247/riec.vi5.86
Apuntes para una etnopsicología guatemalteca
Notes for a Guatemalan ethnopsychology
Roberto Mazariegos1, Rolando Lemus2
Escuela de Ciencias Psicológicas
Este trabajo fue financiado con recursos del autor. El autor no tiene ningún conflicto de interés al
haber hecho este trabajo. Correo electrónico: rlemus@psicousac.edu.gt
Presentación
Quisiera empezar esta breve presentación agradeciendo a mi maestro y amigo sus enseñanzas. Este
trabajo tiene como objetivo recopilar las ideas que en su momento plantrespecto a la aplicación de
la psicología para interpretar y abordar de una mejor forma la realidad guatemalteca, caracterizada
como multiétnica y multicultural. Inspirado en los adelantos que el Padre Antonio Gallo, S.J., hizo desde
la perspectiva de la pedagogía, aplicando el método fenomenológico de Edmund Husserl y ofreciendo
un nuevo modelo de educación (allá por la década de los setenta), Roberto Mazariegos plantea la
Etnopsicología como una metateoría psicológica útil para abordar de una forma más eficaz, real y
humana el contexto guatemalteco en sus múltiples dimensiones culturales y étnicas, colaborando y
cumpliendo la consigna universitaria de Id y enseñad a todos, pero de una forma más apegada a la
realidad y al ser de la identidad guatemalteca. Todo esto dio pie a que en las universidades nacionales
se hablara de esta corriente, que iniciara Wilhelm Wundt con su ‘Psicología de los Pueblos
(Völkerpsychologie), la Psicología Cultural y con autores como George Devereux y Roger Bastide desde
el lado de la Psiquiatría, pero que en Guatemala tomaría su propia forma iluminada por el faro de la
fenomenología. Tanto la Universidad de San Carlos de Guatemala como la Universidad Rafael Landívar
incluyeron en los pensa de sus carreras de Psicología, cursos formales de Etnopsicología. Dejo,
entonces, con nuestro colega, amigo y maestro, en la que fuera una magistral exposición que inauguró
la Asociación Guatemalteca de Psicología, posteriormente convertida en el Colegio de Psilogos de
Guatemala.
Abril de 2022.
Apuntes para una etnopsicología guatemalteca
1
Antes de iniciar los minutos que me dan para expresar lo que yo entiendo por Etnopsicoloa,
quiero en principio hacer una justificación: desde mi punto de vista, la Etnopsicología es una necesidad
en Guatemala. Y es una necesidad dada la diversidad étnica que en Guatemala constituye la población.
1
Conferencia dictada en el Primer Congreso de la Asociación Guatemalteca de Psicología en el Hotel Camino Real,
Ciudad de Guatemala, 28 de junio de 1998. Sobre la versión transcrita por Rolando Lemus, se hizo un trabajo
editorial debido al cacter oral de la exposición, que incluye la eliminación de algunas redundancias, el uso de
cursivas para enfatizar palabras y expresiones, así como un par de notas.
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Es un hecho histórico que en Guatemala suelen dividirse las etnias en indígenas y ladinos, como
si ambos vocablos designaran una realidad poblacional. No es así. Desde el punto de vista indígena,
por lo menos hay veintiuna etnias claramente diferentes que tienen bases culturales, idiomas,
costumbres, mitos, tradiciones que las hacen entre totalmente diferentes. Por otra parte, se piensa
que ladino engloba una realidad y tampoco es cierto. La definición de ladino es una definición bastante
nebulosa que nos sitúa a todos dentro de esa etnia basándose en un criterio de tipo racial: ladino es
aquel que tiene diverso grado de mestizaje, un hecho cultural y que participa de alguna manera de la
cultura occidental. Olvidamos en esta división arbitraria y válida estadísticamente, que existe entre la
población indígena claras y netas diferencias y olvidamos que existe entre la población ladina claras y
netas diferencias.
Uno de los problemas históricos que ha originado esa división tan arbitraria, tan falsa y tan
neurótica es un hecho en el que, de alguna manera, los gobiernos (estoy hablando de los gobiernos
desde la independencia hasta ahora), han intentado formular un proyecto de nación única y
homogénea y eso simplemente no es posible. El indígena desposeído, explotado y marginado se nos
presenta con la multiforme expresión del traje, como un extraño a todos nosotros; el ladino que se
reconoce por la mayor o menor oscuridad de la piel, también es un extraño.
Guatemala ha intentado explicar ese hecho desde un punto de vista económico y el resultado
ha sido catastrófico, desde un punto de vista sociopolítico y el resultado ha sido igualmente
catastrófico. Realmente, y para usar la expresión del profesor Severo Martínez, el ingena en
Guatemala ha sido siempre descrito, pero nunca explicado.
Desde mi postura, una postura que en este momento intento hacer en la Escuela de Psicología
en la cual laboro, partimos del supuesto que debemos intentar llegar a la vivencia de la cultura del
individuo. Ser capaz de descubrir cuales son aquellos factores que determinan su ser cultural.
Consecuentemente la Etnopsicología, es decir, entendida la psicología no como la expresión de la
conducta, sino como la expresión de la vivencia que subyace detrás de la conducta y la Etnopsicología
entendida como el factor de tipo racial, cultural y social que engloba una realidad humana, es una
necesidad. Por eso hoy voy a hablar de Etnopsicología.
En segundo lugar, quiero hacer una advertencia: el enfoque que voy a usar,
independientemente de la validez de otros enfoques e independientemente de la afiliacn ideológica
que cada uno de nosotros tengamos en lo que a Psicología respecta, va a ser una exposición
fundamentalmente basada en la teoría psicoanalítica. Pero cuando hablo de teoría psicoanalítica no
estoy hablando de Freud. Estoy hablando de una de las posturas actuales de la Psicología que
pertenece a esta teoría, estoy hablando de la ‘Psicología del Yo y las Relaciones Interpersonales’, estoy
hablando del enfoque que inaugura Heinz Hartmann como producto de un proceso evolutivo que
arranca desde Ana Freud con la publicación de su libro El Yo y los Mecanismos de Defensa.
¿Cuál es la postura de la tradición de la Psicología del Yo y las Relaciones Interpersonales? En
primer lugar, va a cuestionar que nuestra conducta tenga una base instintiva. En segundo lugar, va a
determinar que el Yo fundamentalmente tiene una función adaptativa y no solamente va a ser un
mediador entre los impulsos y la realidad. En tercer lugar, va a afirmar que ese Yo tiene un proceso
evolutivo de desarrollo y que ese desarrollo se da dentro de la intervención humana.
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Por supuesto que podemos llamar a ese Yo de muchas maneras. Les ruego no se irriten
conmigo los que participan de otras posturas ideológicas, de otra postura doctrinaria teórica, porque
podemos llamarle, si ustedes quieren, aprendizajes esenciales con Wolpe, podemos hablar de
esquemas psicológicos en psicología de Piaget, podemos hablar de improntas si hablamos de
psicología animal y comparada. Podemos denominarlo de muchas maneras. Yo escojo la psicología
del yo, quizás porque está más cercana a mi formación profesional. Sin embargo, de la psicología y
cualesquiera de sus vertientes ideológicas y doctrinarias, en este momento, una única cosa podemos
afirmar: nadie perteneciente a la corriente que quiera pertenecer, puede afirmar que tiene la verdad
absoluta. Absolutamente nadie. En base a esto, yo creo que podemos y tenemos nosotros en tanto
que psicólogos, la opción de escoger el enfoque que más acorde sea con el tema que tratamos y que
más acorde sea con nuestra formación sin olvidar otros enfoques igualmente valiosos que también
tienen algo que decir al respecto.
Por tanto, justifico la elección porque Guatemala es multiétnica, es multilingüística y en
consecuencia debe enfocarse desde esa multiplicidad de realidades humanas. Y advierto que el
enfoque que utilizo es un enfoque situado dentro de la teoría psicoanalítica, bajo una tradición teórica
que en este caso es la psicología del yo y las relaciones interpersonales.
En tercer lugar, mi obligación en tanto que docente universitario ha sido siempre ser veraz,
nunca mendaz. Y cuando digo ser veraz, digo que debo partir de un hecho teórico que cualquiera que
está aq puede ir y constatar: el hecho de que lo que afirmo no lo saco de la manga.
Consecuentemente el punto de partida, y me costó determinar de dónde lo sacaba, debe ser un punto
de partida en el que cada uno tenga accesibilidad a la fuente. No se trata de hablar de un libro raro o
extraño que me encontré en una librería vieja de México o en una librería más vieja de Lima, Perú, y
venir a hablar de un libro que nadie puede encontrar, no. Estoy hablando de un libro que es accesible
a todos los que están aquí. Estoy hablando del texto del padre Gallo
2
sobre Identidad nacional.
Una advertencia, el padre Gallo enfrenta en su texto el problema de la multiplicidad étnica con
una dirección y un objetivo: establecer las bases para una educación no alienante. El enfoque del padre
Gallo es el enfoque de un filósofo a través de un específico método de investigación que es el
fenomenológico. La respuesta que propongo es el enfoque de un psilogo a un problema real de
relación humana, que en este caso es la relación de personas de diferente grupo social y étnico.
Dentro de esos tres parámetros voy a intentar aclarar lo que yo entiendo por Etnopsicología
afirmando de principio un hecho: yo creo que la psicología que todos nosotros (unos como
profesionales que participamos y otros como estudiantes que intentamos llegar a ella) debe ser, en un
país como el nuestro, una psicología metacultural. Y por metacultural estoy indicando una psicología
que vaya más alde los valores personales, de los valores introyectados por nosotros en el aula
universitaria o en el texto. Una psicología no necesariamente occidental. No estoy hablando de una
psicología indígena, maya, cackchiquel, mam o queqchí, por usar las tres poblaciones más densas de
Guatemala. Hablo de una psicología que igual explique nuestra relación aquí y ahora, de nosotros, de
ustedes colegas míos y de mis compañeros de la San Carlos e igual explique esa conducta y lo mismo
explique la conducta de aquel poblador acateco que se crío en la cumbre de los Cuchumatanes y que
2
Antonio Gallo Armosino (Italia, 1926), sacerdote jesuita, filósofo y fenomenólogo, autor de varios libros de su
especialidad y docente de la Universidad Rafael Landívar
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se dedica a cuidar ovejas. Una psicología quiere ser metacultural en el sentido que no promulgue
valores en los cuales yo únicamente creo, los cuales son ajenos y no sólo ajenos, sino que muchas
veces distónicos con otras culturas e intentar determinar un juicio de valor.
Dentro de ese proceso de pensamiento, permítanme intentar demostrar lo siguiente: hay un
hecho que es real señores. El hecho que es real es que todos los que estamos aquí, todo nuestro
trabajo psicológico, nuestro trabajo personal, nuestro trabajo dentro de una comunidad, nuestro
desarrollo busca este hecho central que se llama Identidad. Si cada uno de nosotros fuese a ser
preguntado sobre quién es, cada uno de nosotros podría expresar: soy fulano de tal, nacido en tal
parte, mis padres tienen tal nombre y me dedico a tal oficio. Nuestro trabajo, desde el punto de vista
de lo cotidiano, desde el punto de vista de lo que nosotros hacemos, nos sentimos o somos, gira en
torno a ese básico concepto que es el concepto de identidad. Tanto es así que hay todo un texto sobre
Identidad, juventud y crisis de Erik Erikson. Es decir, todos nosotros, vinculamos nuestro ser, nuestro
hacer, nuestro sentir y conocer en torno a ese concepto de Identidad.
Ahora, cuando hablo de identidad, una identidad que todos ustedes viven, que todos ustedes
conocen (porque si no la conocieran probablemente no estarían aquí sino en el Hospital de Salud
Mental), admite una división. Una división que planteo aquí y la planteo didácticamente, porque no
podemos separar una de la otra. Esa identidad, ese Yo, ese Mi mismo, se va a componer de una
Identidad personal que te permite a ti reconocerte en tanto que persona única, indivisible, trascendente
y existente y una Identidad grupal que te integra, así como te conceptualizas dentro de una masa de
personas. Ambos hechos, tanto la identidad personal como la identidad grupal conforman el ser de la
persona.
Aq hay estudiantes y profesionales que hemos egresado de la San Carlos, aq hay
estudiantes y profesionales que hemos egresado de la Rafael Landívar, hay estudiantes y profesionales
que han egresado de la Francisco Marroquín, de la Mariano Gálvez o de la Del Valle. Y ese hecho de
egresar de una universidad marca tu ser individual, marca tu identidad en tanto que profesional en
ejercicio. No podemos separar el contexto cultural de lo que nosotros somos, forman una unidad
intnseca, forman una unidad que no admite separación.
Sin embargo, estos dos hechos corresponden a dos dimensiones diferentes: la psicológica en tanto
que vivencia y la etnológica en cuanto estructura que conforma esa vivencia y le da contenido. Estas
dos dimensiones dentro de la nea de identidad van a expresarse en el Yo y el Yo va a marcar la
realidad, va a marcar las vicisitudes, va a marcar las características de las relaciones interpersonales
que formulo. Cuando yo me relaciono con determinada persona, no solo me relaciono yo, Roberto
Mazariegos, nacido en Guatemala, hijo de un padre abogado y una madre maestra, no solo esos
elementos que conforman mi identidad personal y que aparecen en mi cédula, sino también junto a
y junto a esas afirmaciones, existen todo un bagaje de cultura, desde creencias e ideología que forman
parte de mí mismo y que determinan mi relación interpersonal con otros. Es una unidad que sintetiza
lo múltiple que nosotros somos. Castilla Del Pino dice que debemos entender que el hombre es
multimotivacional, que las motivaciones que nos impulsan se basan en una estructuración de la
personalidad, estructuración que en cada relación interpersonal se manifiesta. Somos
multiestructurados, somos multimotivados y estos hechos, esa multiplicidad expresada en esa unidad
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de conducta que yo observo en tanto que persona por los que me rodean, va a marcar la calidad de
mis relaciones interpersonales y esas relaciones interpersonales están conformadas por esos dos
elementos, una identidad personal y una identidad grupal.
Ahora, intentemos definir lo que es una identidad personal: la que determina o establece la
idiosincrasia de mí mismo. Determina en la persona la capacidad para mantener el equilibrio, el orden,
el dominio de sí mismo, de sus facultades, de sus relaciones y realizaciones. Sólo voy a ser capaz de
establecer una relación adecuada, equilibrada y satisfactoria en la medida que Yo, en tanto que
persona, sea capaz de reconocer mi propia mismidad, porque sólo en ese hecho voy a ser capaz de
determinar lo que espero conseguir, lo que espero lograr dentro de las relaciones interpersonales.
Teóricamente se dice que en las relaciones interpersonales se buscan dos cosas: satisfacer
necesidades biológicas y, en segundo lugar, satisfacer necesidades de seguridad. En cualquier
relación interpersonal, cualquiera que nosotros evaluemos, hay básicamente ese imperativo
categórico de intentar satisfacer esas necesidades: seguridad y necesidades biológicas. Ahora, sólo
puedo ser capaz de determinar esas necesidades biológicas y de seguridad en la medida en que soy
capaz de postular para mismo determinados objetivos a alcanzar dentro de la relación interpersonal.
Si yo como persona, no soy capaz de definirme a mismo y definir mis deseos, esperanzas,
aspiraciones, todo lo que quiero para mí dentro de la relación interpersonal, no lo voy a lograr porque
no voy a ser capaz de definir qquiero dentro de esa relación. Quizás ese sea el gran problema del
adolescente en esa búsqueda un poco caótica y bastante sufrida que tiene la búsqueda de identidad:
no sabe todavía qué demandar del otro en la relación interpersonal. Demanda caóticamente porque
su propia identidad está rota por una serie de tensiones que no puede siempre manejar.
Entonces, un hecho necesario es ese: la idiosincrasia me define, porque esa idiosincrasia que
me define me permite acceder al otro y demandar del otro realmente lo que del otro preciso para mi
propia seguridad y satisfacción.
Ese hecho idiosincrático, va a componerse de una percepción de mismo. Todos los que
estamos aquí tenemos de nosotros mismos una percepción, ahora, una percepción que responde a un
modelo simbólico. ¡Qué yo! Algunos han sido alumnos míos y siempre cito el caso clínico de una
muchacha muy bonita y que consultaba conmigo porque se sentía fea y, objetivamente vista, no estaba
nada fea. Y nunca entendí cómo era posible que una muchacha tan bonita se sintiera fea hasta que
conocí la estructura familiar y me percaque todas las hermanas y la mamá eran rubias y sólo Dios
sabe por qaventura genética ella salmorenita. Resultaba que el modelo simlico con el que ella
se comparaba era el modelo de sus hermanas y su mamá. Ese era el ideal de belleza y como estaba
bastante lejos de ser rubia, desde su punto de vista, al no corresponder a ese patrón de belleza se
calificaba así misma de esa manera. Entonces, nosotros tenemos ese sentido de percibirnos a nosotros
mismos y nos percibimos de cierta y determinada manera. El gran problema es que esa percepción es
válida. Para usar la expresión de Franz Brentano: “Nadie puede negar que el sentimiento o la
percepción subjetiva que yo tengo existe y nadie puede negar que existe tal y cual lo percibo”. El
problema es que esa percepción dentro de ese modelo simbólico es real, valedera y verdadera por lo
menos para la persona que la percibe.
Por otra parte, de nuestras facultades profundamente psicológicas y que determina nuestra
idiosincrasia está el factor de la Memoria. Ahora, ¿por qla memoria? La memoria con relación al Mito
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personal. Todos nosotros dentro de ese proceso perceptivo de nosotros mismos, contra ese proceso
simbólico que determina el que nosotros queramos alcanzar una determinada significación, se oculta
el mito que va, qué se yo, desde el de Tom y Jerry hasta el de Superman y la mezcla de todos esos
héroes que hemos vivido nosotros en tanto que personas, conforman nuestro mito personal. Cada uno
de nosotros, todos los que estamos acá, todos sin excepción, tenemos una familia y esa familia inculca
en nosotros un ‘Deber ser’. Cada una de las familias que hemos dejado en nuestras casas tiene para
nosotros un plan. Y el problema es que ese plan no nos lo consultaron, simplemente nos lo impusieron
en alguna medida. Si tu papá era abogado, el ideal del papá era que fueras abogado. ¿Por qué? Porque
te va a heredar libros, bufete y clientela. Y cuando viene uno y dice:
- Papá, no voy a ser abogado.
- ¿Qué vas a ser? ¿Médico?
- No, Psicólogo.
- Por Dios, pero ¡dónde tenés la cabeza pues mijo! ¿Qvas a ser?
Es decir, todos tenemos un mito, un mito que nos ha sido de alguna forma impuesto y que
nosotros racional o irracionalmente, consciente o inconscientemente hemos ido modificando, pero el
patrón mitológico, ese lo poseemos. Qué se yo, una vez le hicieron una entrevista a la Premio Nobel
de la Paz, Rigoberta Menchú y decía: “Si no hubiera pasado lo que pasó, si no hubieran muerto a mi
padre, probablemente en este momento mi ideal de cultura sería tener un mejor güipil”. El hecho que
le hayan muerto al padre cambió su mito personal a un mito distinto. Nosotros, todos nosotros,
tenemos de nosotros mismos un mito que perseguir y ese mito no está creado por nosotros, nos ha
sido impuesto por una estructura familiar primero y social más tarde. Y consecuentemente
corresponde a nuestro ser, a nuestra personalidad.
Por otra parte, dentro de esto tenemos todo un proceso de Aprendizaje y ese proceso de
aprendizaje nos enseña cuáles son los mbolos de Poder. Probablemente mis alumnos o los que han
sido mis alumnos en la universidad ya no tengan este sentido, pero cuando yo atravesé las aulas
universitarias, la idea de mi preparación era llegar a ser docente. Siempre digo lo mismo, en mis
tiempos ser docente universitario era prestigio, ahora es ‘color’.
3
Pero cuando yo veía a mis docentes
escribir en la pizarra griego primero, latín más tarde, alemán después y por último español, entonces
de verdad, yo decía que algún día voy a hacer lo mismo. Nunca lo pude hacer porque el griego no se
me queda y el alemán, menos. Pero la verdad es que nosotros identificamos los símbolos de poder y
esos símbolos de poder tampoco son congénitos, son símbolos de poder que identificamos dentro de
nuestra relación con los demás, son símbolos de poder que aprendemos en nuestro curso de vida.
Y finalmente, nuestro Control de Impulsos. Nuestro Control de Impulsos que va a determinar
Valores. Yo en tanto que docente, no muy agradable a veces, siempre me alegro que mis alumnos
tengan un adecuado control de sus impulsos porque he visto a más de alguno con ojos asesinos en
3
Debido al conflicto armado, los sancarlistas (estudiantes y docentes), tenían fama de izquierdistas, revolucionarios
o guerrilleros. Ese es el ‘color’ al que se refiere, una expresión que se usó como sinimo de mala fama o de ser
mal visto.
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relación a mí. Ahora, lo real es que en este caso, el valor del alumno, la conducta normal del alumno
es no retorcerle el pescuezo a su docente, no obstante lo mal que le pueda caer y cada uno de
nosotros debemos controlar nuestros impulsos porque hay veces que el policía que no te deja
parquear, el que te pone el cepo y que tenés que ir a pagar una multa, de verdad, te entran ganas de
poner una bomba pero no sólo sonora, sino bastante destructiva en la oficina en cuestión y lo controlas
porque te va a ir peor si la ponés. Entonces, ese hecho, esa necesidad de controlar impulsos se
transforma en un valor y cada persona va a tener más valor en la medida en que es capaz de controlar
mejor y más eficientemente impulsos que son antisociales.
Nosotros, dentro de nuestra definición de idiosincrasia, tenemos un modelo simbólico que
seguimos, un mito que nos engloba ese modelo simbólico, un símbolo de poder que queremos
alcanzar y un sistema de valores al cual nos adscribimos. Ese es el sentido de nosotros mismos y nos
definimos en virtud de esos cuatro elementos.
Esto nos permite el dominio de nosotros mismos, un dominio que nos posibilita situarnos ante
un conglomerado X, sea este el que fuera, nosotros podemos determinar un lugar en ese recinto. Estás
en el aula en tanto alumno, si sos docente, en tanto que docente, si sos director de la escuela, en tanto
que director de la escuela. Cada uno, en base a este proceso definitorio puede situarse en ese contexto.
Es decir, todo mundo conoce docentes que se les ha olvidado que ya se graduaron y siguen teniendo
actitudes de alumnos: pintan paredes, manchan afiches, dicen barbaridades que en un alumno pasa
pues, porque sos alumno, pero que en tanto que docente no está uno situado dentro de su realidad.
Si nosotros nos situamos en un contexto, podemos tomar decisiones sobre nosotros mismos.
Y esas decisiones si la situación o la situada’ que hemos hecho en nuestra realidad es buena, es
adecuada, la decisión que nosotros tomamos es una decisión adecuada también. Si, qué sé yo, yo no
si va a haber cóctel cuando concluya la conferencia, si va a haber cóctel, te vas a situar en el cóctel
como asistente, estudiante o conferencista. Si sos estudiante, pasá de copas, no importa, te podés
pasar de copas. Pero imagínate que venga uno que sea conferencista y se pasa de copas, toma
decisiones inadecuadas con el contexto. Eso, al situarme en un determinado contexto, tomar
decisiones sobre mí mismo, puedo actuar ordenadamente y, sobre todo, la suma de los tres, posibilita
que Yo en lo personal pueda determinar proyectos para mismo.
Esos elementos que he señalado van a venir fundamentalmente determinados por la
consciencia que yo tengo de mi propia realidad como persona. Cada uno de nosotros se define de una
manera y actúa de acuerdo a la situación que esté, según la definición que se haya dado. Yo suelo
decir en clínica que el hombre invariablemente está en una situación, pero ese estar en una situación
no lo hace todo, está en una situación con una actitud. Esa dualidad situación-actitud es la que
determina en última instancia mi conducta. Pensar que sólo la situación es la que determina, no es un
hecho real. Pensar en que sólo la actitud es la que determina tampoco es un hecho real. Es la dialéctica
entre esos dos hechos, entre la situación y la actitud la que determina mi conducta, en última instancia.
Pero no hay solamente una identidad personal, también hay una identidad grupal. Esa
identidad grupal, que en este momento vamos llamar Segmento étnico de la Personalidad, proporciona
la seguridad a las personas de continuidad generacional. Es decir, cada uno de nosotros educará,
formará su propia familia e inculcará a sus propios hijos patrones de conducta que son personales. No
hace mucho en Guatemala se discua sobre el código del niño y la queja de todo el mundo era: “Nadie
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me puede decir acómo voy a criar a mis propios hijos, eso pertenece a mi interioridad, a mi derecho
privado”. Bueno, pues esa expresión responde a esa situación: el grupo intenta garantizar que cada uno
de los valores que ha creado en un adulto que ha conformado una familia, tenga continuidad
generacional en los hijos de alguna. Posibilita igualmente una escala de valores y valores culturales
compartidos. Esa transgeneracionalidad de la transmisión no sólo nos afirma y nos asegura que
nuestros hijos de alguna forma tendrán conductas análogas a las nuestras, sino que, además, van
tirando en la valoración de su conducta y de los otros de determinados valores que compartimos. Por
otra parte, un campo de comunicaciones e interacciones y, finalmente, un sentido de membresía.
Quizás yo, porque he trabajado en más de una universidad y en alguna universidad extranjera,
puedo decir con propiedad una cosa: cada una de las universidades deja su sello indeleble en la
personalidad de sus estudiantes. De a el término de Alma Mater, de ahí que todos nosotros
respondamos a una orientación de comunicación y valores que nos han sido transmitidos en el aula
universitaria. No podemos liberarnos de ellos, forman parte consustancial de nuestra propia naturaleza.
Ese hecho posibilita la relación del Mismo, es decir, del Yo con los otros a través de la lengua.
La Lengua proporciona comunicación e interacción. Y hay un hecho real: La Lengua no sólo es un hecho
comunicativo, si tomamos en cuenta que el pensamiento es también una lengua interna, también la
lengua determina las líneas de nuestros propios procesos de pensamiento. No podemos separar la
etnia de la lengua madre porque esa lengua es la que conforma, por los circuitos neuronales del
lenguaje, nuestras propias formas, no sólo de expresión sino de sentir, de pensar, esas formas
particulares de ver el mundo.
Por otra parte, ese relacionarme con los otros depende de una Visión smica de mi
comunidad. Los que hemos estudiado en colegios religiosos, por ejemplo, yo, producto del Don Bosco,
te ponen el arquetipo de San Juan Bosco y Santo Domingo Sabio y lo encontrás en todas las paredes,
en todos los lugares donde está uno metido. Y ese es tu arquetipo. Decían, me acuerdo, mis docentes:
“El ideal del alumno salesiano es el que sigue los pasos de Santo Domingo Sabio”. Y bueno, cuando
era yo muy pequeño trataba por lo menos de hacerlo, después ya no tanto, pero en un inicio si lo
procuré. Todos tenemos ese mito, qse yo, si alguno es de un colegio del Opus Dei, el arquetipo va
a ser Monseñor Escribá de Balaguer. Y cada estructura dentro de nuestra formación nos da los modelos
a seguir.
Por ejemplo, para poner un ejemplo así irrisorio, el que decía Rolando, imagínense
señalándome a mí de arquetipo para preparar psicólogos: no se los recomiendo, renme la estampa,
no me va muy bien económicamente, hay que buscar otro.
Esa visión cósmica, puedo hablar de mi infancia, quizá con nostalgia, me permia mi relación
con mis compañeros. En mayo, en el colegio, se hacía la fiesta de la Flor y todos comulgábamos y
todos llegábamos con corbata y ese día nuestro modelo estaba presente. Y ese modelo se transforma
en una estructura institucional y ese modelo determina la escala de poder. ¿Por qué? Porque estabas
mejor a los ojos de la dirección y eras mejor alumno en la medida en que más te acercabas a Santo
Domingo Sabio. Las jerarquías de poder de mi colegio se marcaban por ese patrón. Igual nosotros,
algunos de mis compañeros de la San Carlos (sobre todo hoy que estamos en plena campa
eleccionaria), sueñan en que, al momento de mostrarse, después de una fulgurante carrera académico
científica, pise los umbrales de la Rectoría en calidad de magnífico. Más de alguno acaricia ese ideal.
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Y finalmente, esas estructuras institucionales determinan esas tendencias latentes que se
expresan en Valores Comunitarios. Nuestro hecho grupal no puede existir si no se tiene un cartabón
con el que se miden los valores por los que se rige toda la conducta. Eso me posibilita dominio de la
convivencia, es decir, me permite relacionarme con otras personas, con otros miembros de mi grupo,
dentro de un parámetro de convivencia adecuado. Ese dominio de la convivencia me da, en primer
lugar, un sentido de membrea. Todos los que van a un club tienen normas de conducta. Es decir, que
si es el Club de Leones (no es un club sino la cueva de los leones), las señoras son las leonas y los
niños no son los leoncitos sino los cachorros. Hay todo un sentido de membresía y esto es algo que se
puede realizar en base a los hechos que hemos señalado. Ese sentido de membresía determina la
capacidad de relaciones de unos con otros, definición del trabajo e igualdad de derechos.
Hablemos del Circuito Funcional de la Vivencia. Mi conducta es la tangente que fluctúa entre la
relación conmigo mismo y los otros. Ese Yo es como me veo yo mismo y como al verme yo mismo de
determinada manera, veo a los otros. Pero el verme a mismo no depende de mí por generación
espontánea, sino por el contrario, me veo a mismo según soy visto por otros. Desde el punto de
vista étnico, desde el punto de vista de la cultura, desde el punto de vista de la relación interpersonal,
mi ser como persona depende de otros y esos otros son los que conforman mi conducta. Eso señores,
es la realidad, una realidad que nadie puede cuestionar porque es la realidad intrínseca que todos los
as vivimos. Porque es el situarnos en una determinada relación que nos avisa y nos advierte que
cuando yo tomo una determinada conducta afecto al otro y cuando el otro tiene una conducta, me
afecta a mí. Dentro de la cultura, este es un hecho verdaderamente válido. Si esto es lido para
nosotros, esto es válido para todas las etnias, absolutamente para todas: quichés, cakchiqueles,
mames, etc. Todos parten exactamente y de la misma forma de esas condiciones teóricas. Lo digo de
otra manera, nosotros o los indígenas, como ustedes quieran pensarlo, ninguno de los elementos de
la díada cade Marte. Todos somos aquí en el mundo, aquí y ahora, y todos vivimos igual y de la
misma manera esa relación dentro de nosotros. Y sólo vamos a ser capaces, para usar el término del
Congreso, de vivir en Paz en el momento en que seamos capaces de acercarnos al otro, en este caso
a la etnia distinta a la nuestra, en forma respetuosa. Porque el mismo respeto que nosotros exigimos
por nuestra realidad, por nuestro ser, por nuestra definición, el mismo derecho tienen los demás para
pedir ese reconocimiento. Ultimadamente, el hecho ideológico y los gobiernos en términos generales,
van a ser estructuras políticas que marcan una marginalidad, que marcan un proceso de despojo y
despojo de identidad a otras etnias. Sólo podremos vivir en paz, para usar la expresión de la Carta de
los Obispos a Guatemala, cuando entendamos que “El fin último de la Paz y de la convivencia es el
hombre mismo”. Y ese hombre debe ser aprehendido en su realidad, debe ser aprehendido en su
circunstancialidad real, positiva y presente, una realidad étnica y cultural. Muchas gracias.
Preguntas
Participante: en Guatemala, que estamos en este proceso de paz, en este proceso de convivencia con
otras personas, con otras etnias, ¿cómo vislumbra usted esa convivencia según lo que estamos haciendo
nosotros los guatemaltecos, lo que está haciendo el gobierno y lo que se está viviendo socialmente?
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Roberto Mazariegos: lo real es que nosotros somos productos de una historia, eso quiere decir que, en
gran medida, la posibilidad de liberarnos de una serie de ideas valorativas sobre nuestra conducta y
sobre nuestra cultura es sumamente dicil. Lo que quiero decir, para darles un ejemplo concreto, citaré
a la Prensa Libre del domingo pasado. Entrevistan al Presidente de Guatemala, el señor Arzú. La Prensa
dice que en Guatemala no hay libertad de prensa. Lo entrevistan y él dice: “De cero a diez, yo a la
libertad de prensa en Guatemala le doy 15”. La verdad es que no está en el cero ni en el quince. La
verdad es que está en un estado intermedio que sólo Dios sabe dónde está. Lo real es que nadie es
independiente emocionalmente de su propia cultura y el trabajo que nosotros los psicólogos podremos
hacer es hacernos sensibles a la expresión del otro, hacernos sensibles a la cultura del otro. Y no partir de
la situación de que lo o en tanto que mío y por ser mío es más valioso que todo lo demás. Mientras
nosotros no nos sensibilicemos a esa diversidad cultural las posibilidades de paz son pocas.
Déjenme decirles algo de un texto que, estoy seguro, todos leyeron o han leído. Es un texto de 1,927
de Freud. El texto se llama El Porvenir de una Ilusión. Freud hace un análisis y una afirmación. Dice: “Una
sociedad que deja insatisfecho a gran número de sus miembros y que los incita a rebelarse, es una
sociedad que puede durar muy poco, que durará muy poco y que merece durar muy poco”. Esto
resume de alguna forma, no el camino, pero el riesgo que vamos a correr si no intentamos una
valoración teórica.
Participante: ¿De qué manera se podrán perfilar los psicólogos de cada etnia? Explique un poco más sobre
las etnias.
Roberto Mazariegos: yo no creo, de verdad, y esto es una declaración de fe, yo no creo que podríamos
hablar de Psicología de etnias. Yo no creo que podríamos hablar de psicólogos de ladinos, psicólogos
de garífunas, psicólogos de xincas y psicólogos de ingenas, sean éstos los que fueran. Yo creo que
la ciencia, el factor que la define, la circunscribe y la presenta, es su universalidad. Yo creo que el
problema no es si somos capaces de ser psicólogos de una etnia, sino si somos capaces de que,
partiendo de principios generales, seamos capaces de entender, comprender y expresar ese sentir,
ejercer y el vivir de otro que no sea mi vecino. Hay una afirmación de Foucault con la cual inicia un libro
genial que se llama Historia de la locura en la época clásica y dice en la introducción: No es encerrando
al vecino como nos convencemos a nosotros mismos de nuestra propia cordura”. Bueno, yo digo: no
es valorizando lo nuestro como lo máximo como podemos aprender a ser psicólogos sensibles. Yo
básicamente soy clínico y mi formación profesional es cnica. Y la clínica te enseña, te ayuda si vas a
ser un clínico con alguna penetración y no un clínico de cal y de cemento, que no aplicas más que una
teoría porque esa fue la única que se nos quedó o la única que comprendimos. Nosotros cuando nos
acercamos al paciente, nos acercamos, para usar la expresión de los chinos: “Con el tazón vacío”. ¿Qué
nos enseña la clínica? Sensibilidad. Y esa sensibilidad es algo esencial, es una condición sine qua non
para podernos acercar a otras personas. Si no, quedaría que va haber psicólogos para la zona 14, para
Vista Hermosa, psicólogos para El Gallito, para Villanueva. No, no, no. Yo creo que el psicólogo es uno,
porque la ciencia es una y las aplicaciones son múltiples y la actitud sensitiva es de aceptación y nunca
de calificación. Algo que yo digo a mis alumnos que están haciendo su práctica en el hospital que
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superviso es que nunca me hagan juicios valorativos, sino que me formulen hipótesis clínicas. Y lo que
nosotros estamos formulando en este momento son hipótesis de convivencia. Y lo digo con este
énfasis por cuanto que no creo que podamos hablar de Psicologías, creo que podemos hablar de una
Psicología aplicada a diversas culturas.
Figura 1
Etnopsicoloa
Fuente: diapositiva de Roberto Mazariegos y anotaciones de Rolando Lemus.
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Figura 2
Cultura
Fuente: diapositiva de Roberto Mazariegos y anotaciones de Rolando Lemus.
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